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terça-feira, 21 de agosto de 2012

@heidibal La meta de los 5


Por Heidi Balvanera | Viernes 23 de marzo de 2012


No puedo creer que ya hayan pasado un año dos meses desde que cambió mi vida, el convertirme en mamá ha sido, además de la experiencia más hermosa, también la más desafiante.
Ya ven que los primeros meses son de locos y la verdad es difícil encontrar estabilidad con tantos cambios, sobre todo tan constantes. En mi caso, me ha tomado cinco meses acostumbrarme a ser mamá (¡bueno! por lo menos eso creo).
Como les había comentado en una columna pasada: No es que se haya facilitado la labor de ser mamá, simplemente me he adaptado, “acostumbrado” y cada vez agarro más experiencia, la cual me permite un mejor desempeño en cada situación…
Es ahora cuando ya no me gana tanto el reloj ni me dan las 4 de la tarde en PJ’s, los llantos de Elena ya no me sorprenden (se identificar fácilmente por qué llora) y, por fin, ya aprendí a usar la carriola y ¡todos los aparatitos que rodean la vida de un bebé! (¡Confieso que el papá es mucho más “trucha” para los trabajos manuales y para armar todos los accesorios! ¡Además le encanta hacerlo!). Por cierto… el otro día me tocó instalar un “car seat” y, literal, ¡me senté a llorar! (no es chiste). Qué incómodos y poco prácticos son ¿no? Aunque indispensables para la seguridad de nuestros hijos, ¡ni hablar! Hay que aprender a usarlos y sobre todo instalarlos bien.
Elena está a tan sólo unos días de cumplir 5 meses, ¡es una beba hermosa! Me encanta esta etapa de los bebés, es cuando empiezan a socializar ¡y son puras sonrisas! Además, por más voluntad que tengan, todavía no se pueden mover de donde los pones, ¡jijiji! ¡Aunque nunca hay que confiarse! Acuérdense las historias de todos los papás que se les cae el bebé de la cama, ¡que miedo!
Por otro lado, para mi estos cinco meses han sido ¡todo un logro! Empezando por la lactancia. Mi pequeña de 7.6 kilos piensa que su mamá es una fábrica de leche sin descanso.
He sido muy afortunada, sólo la he alimentado de leche materna y créanme… Para esto se necesita esfuerzo, paciencia, tiempo, responsabilidad y también… ¡suerte!
Al principio era muy fácil frustrarme cuando algo no salía como yo esperaba, ya fuera que no tuviera suficiente leche, que Elena despertara constantemente por las madrugadas o que simplemente se me olvidara la pañalera… Hoy, ya lo tomo con filosofía y no pierdo la calma =). ¡Hubo muchas cosas que tuve que aprender a la mala eh! ¡Como no cambiar a un bebé de frente! Pero, entre otras cosas, ya puedo decir que por fin soy ágil cambiando un pañal (¡confieso que Jaime siempre lo fue!).
También ya estoy más cerca a sentirme como antes… Cada día tengo más energía y por fin puedo llevar el ritmo de vida que llevaba antes de mi embarazo. Claro que me tengo que volver a acostumbrar a los tacones porque ahora no los aguanto tanto tiempo. Creo que ahora Jaime los aguanta más que yo.
Me parece que todavía no se ha regularizado mi perfil hormonal porque sigo teniendo cambios repentinos de estado de ánimo… El otro día lloré con “Toy Story”, ¡eso sí que NO es normal! Porque además la he visto 100 veces, ¡jejeje!
Aún me falta bajar unos cuantos kilitos pero ahí voy, lenta pero segura. Para mi ha sido indispensable hacer ejercicio 5 veces a la semana, me ayuda a liberar el estrés además de que me siento mucho mejor al saber que estoy en vías de recuperar mi figura, aunque no es mi prioridad.
Tengo una rutina muy sencilla: Hago una hora de cardio, combino algunos ejercicios de brazo con lagartijas y hago sesiones muuuy largas de abdominales.
Jaime me compró una bicicleta de spinning para que todos los días tuviera la posibilidad de hacer ejercicio a pesar de mis horarios. ¡Es un súper aliviane! Hago ejercicio con mi nena de público y en cualquier momento que me necesite puedo brincar de la bici a atenderla. Recientemente empezamos a hacer yoga juntas pero, ¡de eso luego les cuento!
El cuerpo de una mujer normalmente tarda 1 año en recuperarse al 100% físicamente, en los primeros meses después del alumbramiento todavía se están reacomodando los órganos, así que es un proceso en el que tenemos que tener mucha paciencia.
Y hablando de eso, me he apoyado en el uso de “fajas” (para moldear el cuerpo) y lociones de romero, (para reafirmar la piel) desde el día que nació Elena he procurado usarlas lo más frecuentemente posible y tengo que admitir que las odio y me ponen de malas… ¡bueno! Es una relación de odio y amor porque el combinar su uso con el ejercicio me ha dado un muy buen resultado, ya saben que no puedo hacer dieta por lo de la lactancia.
Según estudios realizados en Estados Unidos las mujeres que amamantan a partir de los 4 meses bajan más rápido de peso a comparación de las que no dieron pecho pero por lo menos en este mes no he visto ningún cambio drástico de peso, por otro lado sí he estado comiendo más de lo normal pero es que con la lactancia de milagro no me he comido a Mila (mi perro) … ¡jajaja! ¡Qué hambre! Y para colmo ¡con antojos también!
Yo siempre he sido muy disciplinada con la comida y el ejercicio pero tengo que aceptar que estoy disfrutando de esta etapa que según dicen, durante el embarazo y la lactancia SÍ te sabe más rica la comida (¡seguro es excusa pero bueno!)
Hablando de comida hay muchas cosas que extraño y que todavía no puedo comer (obviamente por la lactancia) como el chile, la linaza, el agua de jamaica y la clorofila… Pero por ahí ya me di algunos mini gustitos =).
Por supuesto que estos cinco meses siguen siendo el comienzo de mi maternidad y me faltan muchas, muchas, cosas por vivir al lado de Elena, es sólo que me encanta festejar el hecho de que por fin me siento cómoda en “los zapatos de mamá”, ¿o debo decir tacones? ¡jijiji!
Quiero compartir con ustedes una foto del estudio fotográfico que me hizo mi querido amigo José Manuel una semana antes de que naciera Elena, ¡espero que les guste!

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