Salvando al soldado Pérez (México, 2011) Dirección: Beto Gómez Elenco: Miguel Rodarte, Jesús Ochoa, Gerardo Taracena, Jaime Camil, Rodrigo Oviedo.Uno de los capos más legendarios de México es obligado por su madre a planear el rescate de su hermano menor, quien desapareció luego de enlistarse en el ejército americano e ir a la guerra en Irak.
Haciendo uso de todos sus recursos, Julián Pérez (Miguel Rodarte) reunirá a un equipo ‘relativamente’ especializado en rescates y viajará a un lugar que antes ni siquiera imaginaba en el mapa. Su misión es recuperar a su hermano, obtener el perdón de su madre y, de paso, esparcir en el Medio Oriente el inconfundible estereotipo mexicano.
Bien contada, ésta podría ser una comedia ligera y bienvenida sobre el choque cultural que resulta de un mexicano con el extranjero. Mal contada, sería uno de esos chistes ordinarios que comienzan con “Estaba un mexicano en Irak…”.
Salvando al soldado Pérez se queda tirada justo en medio de los dos polos que acabo de mencionar. Tiene la estatura del presupuesto, los efectos visuales, el reparto efectivo, el look sofisticado, elementos que tanto interesa transmitir a los hermanos Fernando y Billy Rovznar como productores de cine mexicano.
Sin embargo, la parte que consiste en tomar una anécdota graciosa a nivel de plática y expandirla en un guión de hora y media, esa parte que le correspondió al realizador y guionista Beto Gómez, es la que no convence.
Gómez, con su bagaje de narrador ambicioso de personajes atípicos, tiene el perfil del cineasta independiente con características interesantes que termina siendo reclutado para colaborar en una producción comercial. Léase una producción de los Rovznar. Demuestra estilo, técnica y hasta pulso de autor al recurrir a sus actores predilectos como Isela Vega, Jaime Camil, Adal Ramones y Rodrigo Oviedo, a quienes ya había dirigido en Puños rosas.
En esta gran oportunidad de destacar en un estreno a nivel nacional, apoyado por dos de los productores más mediáticos en este país, Gómez no deja en claro su identidad como cineasta, por qué lo llamaron a él. Su trabajo, ya sea deliberado o por coincidencia, refiere de un modo directo y muy marcado a otras obras, dejando al Soldado Pérez al nivel de una parodia al cine serio de otros realizadores en la que no se percibe al realizador entusiasta e intencionado que es Gómez.
Por momentos se nota que quiere aclarar que esta es una película ‘seria’.
Nótese la introducción de cada personaje al estilo de los westerns, los flashbacks al drama familiar, el trazo elaborado de las escenas de acción y pelea. Todo esto choca, descombina con los pastelazos que se lanzan entre personajes.
Claramente, alguien en la mancuerna Rovznar-Gómez estaba pensando en emular Three Kings de David O Russell (aquella de los tres soldados americanos desvergonzados, robando oro en el Golfo Pérsico) y alguien estaba pensando en rebajar la esencia hasta Otra tonta película mexicana.
Su título juega con el título de Saving Private Ryan de Steven Spielberg, su estética y lenguaje visual remite en dos segundos a Quentin Tarantino y las oportunidades de señalar una sola característica, no digamos original pues sabemos que en el cine todos toman algo de todos, pero si distintiva se agotan.
Una gran parte del humor que hay aquí es meramente la burla a la que el espectador accede, haciendo memoria de todo lo que conoce sobre la idiosincrasia mexicana y la cultura del narco, con estímulos muy simples como personajes que descansan en su gracia física para alcanzar el tono cómico. Un Jesús Ochoa panzón revolcándose en la arena del desierto, un Gerardo Taracena exagerando el look indígena y Miguel Rodarte atrapado en el Tigre de Santa Julia, irónicamente, una película que nadie vio pero por la que todos lo recuerdan.
Ni situaciones, ni diálogos, ni conflicto construyen historia que justifique este desaprovechado viaje al Medio Oriente. No dudo que haya un público para esta cinta aunque esas carcajadas que conseguirán de la audiencia no ameritaban ir al desierto ni buscar locaciones para esta historia.
Aun tratándose de una comedia “sin mayores pretensiones que hacer reír” Salvando al soldado Pérez tiene estándares muy bajos.
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